lunes, 22 de noviembre de 2010

Lo que queda de la libertad

La pervivencia de la libertad del individuo se perfila como cuestión a debatir en casi todos los aspectos de la vida, siendo en primer término la libertad social la que caracteriza el devenir humano. Un hecho evidente, que no deseable, es el que hace al hombre esclavo de sus pertenencias, de su estatus y de sus aspiraciones mundanas. La terrible ‘vanitas’ queda impregnada en el engranaje de las acciones. Siguen resonando aquellos versos primeros de la “Epístola moral a Fabio”: “Fabio, las esperanzas cortesanas / prisiones son do el ambicioso muere / y donde al más activo nacen canas”. El espejo social de las apariencias ha conducido al individuo a su enmascaramiento. El temor no se desenmascara si nunca termina de incrementarse su atuendo y maquillaje, en un constante vocerío de artificios donde finalmente ya no existe espejo en que reconocerse, salvo el espejo virtual de los valores convenientes. No queda otra alternativa –para vernos reales- que la aprobación del otro o del grupo. La libertad social, por otra parte, es fundamental y positiva en sus aspectos más profundos, como son los vínculos personales, la cooperación y la solidaridad entre los individuos, que nace siempre cuando es sincera, comprometida, asumiendo que el otro es uno mismo. Una búsqueda del ‘bien común’, en definitiva. La historia y la literatura nos cuentan que el hombre nació para las guerras, pero también para evitarlas, que nació para luchar por su grupo pero también para salvar y comprender al otro, aunque no perteneciera a su grupo. Hemos de aceptar esta tragedia o dualidad implícita en lo humano con el fin de no repetir lo destructivo, es decir, aquellos hábitos nocivos que patentaban el temor y el sufrimiento propio o ajeno. Hemos de aceptar para cambiar. Las “esperanzas cortesanas”, ese deseo de ser a través de la legitimación social que el grupo dictamina, conduce a muchos a hacer aquello que creen es lo aceptado por el otro para ganarse a sí mismos, a pesar de ir en contra de su propia conciencia y voluntad. Entonces la libertad social se transforma en esclavitud. En egoísmo socializado, como una marea que arrastra incluso a los que nadan contracorriente.

Hace unos ciento veinte mil años, los hombres se reunieron para hacer algo distinto a marchar de guerras o de cacerías, que fue enterrar a sus muertos, lo que Canetti llamó 'muta interna', pues de algún modo su actividad iba motivada hacia dentro; el viaje no tenía un fin externo, sino que supuso un alto en el camino, un afecto, miedo o respeto, consistente en guardar un cuerpo ritualmente, con flores simbolizando lo perenne y seguramente entre lágrimas derramadas. Allí donde hay grupo en torno al muerto, pende la soledad de un hilo encendido por la incertidumbre. Allí donde algún otro queda yerto, caído como estatua sobre la tierra, aparece uno mismo viéndose solo, acompañado del abismo sagrado en mirada al cielo, poética e interior, reclamando una respuesta que afirme el sentido del camino, en mitad de los acostumbrados quehaceres ya despojados de sentido, desvelada su trivialidad, en esos instantes críticos donde el tiempo se detiene entre preguntas, asombros y quejas llameantes. Sabe el hombre que la vida es un trasiego efímero y mora en su duda saber si hay conclusión o continuidad alguna a lo que es. Mientras tanto pasa su tiempo sin saber qué hacer de él, ligado a la sociedad como un cordón umbilical que le estira incesante hacia no se sabe dónde. Ve en los telediarios la sinrazón desplegada por todos lados y sospecha taciturno que las personas que sufren o que causan el sufrimiento son todos sus hermanos, individuos espejos de una misma especie. Sabe, en el susurro de su corazón, que no hay enemigos posibles, como anunció Jesucristo, sino inconsciencia, severa ignorancia que enturbia la verdad del latido unánime: la vida.

La libertad respecto al otro nos invita a pensar con el otro y no a pensar únicamente desde el otro. No se trata de conquistar lo que no es propio para ganar la libertad, sino de desplegar lo que de libres en esencia nos constituye. Dando mi libertad, hago libre al otro. Cautiva duerme la razón de la libertad auténtica, cuando las cadenas que el grupo impone impiden dar pasos hacia dentro. En el liberalismo la libertad nada más es un medio para un único fin: el beneficio propio. Es decir, gánate al otro para ganar tú, podría ser su slogan. Un egoísmo encubierto por un altruismo necesario, interesado. El liberal siempre da lo que tiene, pero a un precio muy alto, porque la libertad, dirá cínicamente, es un tesoro. La libertad pasa a ser propiedad privada, siendo necesario pagar por acceder a ella. Evidentemente hay una única llave: el dinero. Y en fatal espejismo la conquista de la libertad se homologa a la conquista del dinero. Espejismo y paradoja, pues cabe hablar entonces de otro tipo de esclavitud: la del hombre que equipara su libertad a lo que tiene y el costoso precio que supone alimentar esa falsa identidad. Y mientras tanto la muerte acecha, recordándonos que no somos nada de eso, sino un alma desnuda e infinita, sin trajes ni oros que la constaten. Sólo quien descubre ese tesoro, esa libertad de dentro, ya es rico para siempre.

por José Manuel Martínez Sánchez

martes, 16 de noviembre de 2010

MI EXPERIENCIA

Hola a tod@s:

 

Me llamo José Antonio y pertenezco a la asociación Café Esotérico, también me conoceréis algunos por José Antonio de Celia, apodo creado por Antonio Yeste para diferenciar los distintos José Antonios del café. Por cierto, Celia es mi mujer.

 

Me dirijo a todos vosotros y esta es la primera vez que lo hago desde la página de nuestra asociación para compartir una experiencia que actualmente estoy viviendo o experimentando y no es que yo sea el único que esta atravesando tan peculiar situación, es por ello que sienta la necesidad de contaros esto:

 

El 17 de julio de este año me quede sin curro. Me despidieron -a mi entender injustamente- pero eso es lo menos relevante del tema: el mes de agosto fue un tormento lo que creé en mi vida, adentrándome en lo mas profundo de la negatividad, pensando cosas tales como que todo me irá mal tras el despido, que muy mal lo tendría para encontrar trabajo, trasladando mi angustia a mis seres queridos mas cercanos.

 

Pero en septiembre un conocido me dijo que en una empresa estaban buscando a alguien para desempeñar las tareas muy parecidas a las de mi anterior trabajo. Pues bien, realicé la entrevista y el 9 de septiembre comencé a trabajar. La primera semana todo parecía relativamente normal como cuando empiezas en un curro nuevo. A partir de la tercera semana, las cosas se empezaron a torcer y cuando digo a torcer me refiero que el trato recibido era poco menos que humillante por parte de mi jefe, haciendo alusiones constantes a mi falta de inteligencia o preguntándome delante de clientes que si de pequeño veía Barrio Sésamo y despropósitos de ese estilo. Yo firmé un contrato para tres meses pero sólo pude aguantar en tales condiciones un mes y medio ¡ y eso sin contar que trabajaba diez horas y media y cobraba mil euros incluyendo las pagas extraordinarias!

 

En ese mes y medio mi autoestima se vio seriamente dañada hasta que el día 21 de octubre decidí poner fin a esa situación: me autodespedí argumentando que no me sentía tratado con un mínimo de respeto, ni como trabajador ni como persona, y dejando a un lado la explotación a la que estaba siendo sometido, que ese es otro tema de similar gravedad.

 

Ese mismo día recibí un email de Antonio Yeste pidiéndome que no le mandase mensajes tipo “powerpoint” o “pasa este email a 10 personas”, ya que le había enviado un par de ellos. Hacía varios meses que no sabía de él ni de la asociación a pesar de ser yo el secretario. Lo llamé inmediatamente para saber de él y le comenté el tema en cuestión, recibiendo su apoyo y aconsejándome que compartiese tal circunstancia con todos los miembros del Café Esotérico.

 

Retomando el tema del último trabajo, pasé una semana fatal desmoralizado con una gran ansiedad y  viendo todo de nuevo muy oscuro, pero me alegro en deciros que es lo mejor que me pudo pasar ya que era necesario que algo así pasara en mi vida para empezar a poner en orden ciertos valores de mi vida, para entender que no hay mal que por bien no venga, que sé que otro curro vendrá, que gracias a esto me he acercado más a mí familia, a mi mujer, que estoy disfrutando de un paseo por el parque como algo maravilloso, de un paseo en bicicleta como algo excepcional, que me he volcado en mis aficiones como antes no podía hacerlo ya que era esclavo de mi trabajo y que me quedo con las cosas buenas que la vida me ofrece a diario y antes no lo podía o no quería ver, decir a tod@s aquellos que os encontréis en mi situación que las cosas pasan porque es necesario de alguna manera que pasen en nuestra vida para aprender lo bueno y lo positivo que hay dentro de cada uno de todos nosotros, que si las cosas están mal es porque lo bueno esta por llegar, que lo malo en realidad es lo que nosotros queremos que sea malo. Por  todo ello os invito a que de lo malo hagáis lo bueno y  que no nos dejemos llevar por donde quieren que vayamos.

 

Un saludo:

 

José Antonio de Celia  

PD : nos vemos en la asociación .


Vídeos sobre el Sáhara (RASD)

RASD son las siglas de la República Árabe Saharaui Democrática, país que todavía tiene su territorio ocupado por Marruecos con la colaboración de España, antigua potencia colonial.
Os dejo algunos vídeos recientes sobre lo ocurrido en El Aaiún, antigua Villa Cisneros.